Ayer escribí un post, titulado «Excálibur no es un perro, es un chivo expiatorio«, en el que expuse que la actuación del Gobierno respecto al perro de la auxiliar de enfermería infectada de ébola era una cortina de humo y el intento desesperado por mostrar contundencia ante una gestión de crisis cuestionable. Además, en el texto alerté de la forma en que le gusta operar a las autoridades españolas en estos casos: criminalizar a un trabajador para evitar dimisiones y responsabilidades políticas. Si escribí el texto a las 14:00 h, el Consejero de Sanidad solo tardó cinco horas en acusar abiertamente a Teresa Romero de haber mentido.
La obligación del Gobierno respecto a una alerta sanitaria de este calibre es trabajar con absoluta transparencia, y la obligación que tenemos los ciudadanos es informarnos debidamente antes de sacar conclusiones. Por eso, voy a enumerar una serie de hechos decisivos que debiéramos tener en cuenta a la hora de forjarnos una idea respecto a la crisis del ébola y la responsabilidad que Teresa Romero podría tener en la propagación del virus.
– La causa de que el ébola se esté desarrollando en España no es la auxiliar de enfermería infectada, sino los misioneros con los que estuvo trabajando. La decisión de repatriar a los religiosos la tomó el Gobierno español.
– El hospital Carlos III, que era de referencia para enfermedades infecto-contagiosas, había sido externalizado y desmantelado en 2013. Es decir, fue el Gobierno de la Comunidad de Madrid el que decidió dejarnos sin un hospital de referencia, y fue el Gobierno del Estado español el que decidió traer a enfermos altamente contagiosos sin tener los medios adecuados para atenderlos.
– El personal sanitario denunció en agosto que no les estaban explicando los protocolos de forma adecuada y que los trajes que usaban no contaban con los estándares de seguridad requeridos. Es decir, aunque Teresa Romero se hubiera tocado la cara al desvestirse, ni el traje era todo lo seguro que debía ser, ni a ella le habían explicado con detalle cómo debía quitarse la ropa. Independientemente, los medios se empeñan en que parezca que se tocó la cara a propósito. Nadie es tan tonto, nadie se engancha un pendiente al cuello del jersey aposta. Pues lo mismo.
– El Huffington Post publicó ayer «Carta de un médico español experto en ébola desde Sierra Leona«. En la misiva, el doctor José María Echevarría explica que los profesionales sanitarios que tratan con ébola en Sierra Leona reciben una formación de 2 semanas (mucho superior a la que recibieron los sanitarios españoles), y que los protocolos son tan complejos que el 90% de los trabajadores infectados se contagió por algún error humano, así que borremos el fantasma de la negligencia y pongamos los hechos en dimensión.
– El Consejero de Sanidad acusa a Teresa Romero de haber mentido a su médico de cabecera la primera vez que acudió a consulta. No lo hizo la segunda, y estando en la ambulancia el camillero alertó a la Consejería de Sanidad de que una paciente decía tener ébola. Sanidad no hizo caso a la demanda del trabajador y la ambulancia se dirigió al hospital de Alcorcón, cuando debía haberlo hecho al Carlos III. ¿Quién es aquí el culpable de que el fantasma del ébola se cierna sobre Alcorcón?
– Un médico que atendió a Teresa Romero denunció que el traje le quedaba corto. ¿Le acusará el Consejero de Sanidad de ser más corpulento de lo que debería?
– Según estudios científicos, los perros pueden portar el virus del ébola sin presentar síntomas. Sanidad decidió sacrificar a Excálibur sin hacerle las pruebas pertinentes, así que no sabemos si tenía ébola o no. El perro podría haber estado propagando el virus entre otros perros de Alcorcón, y el Gobierno ha decidido deshacerse sin más del que podría ser primer eslabón de una cadena. Pero que no cunda el pánico, si finalmente Excálibur fue propagando el virus a otros perros, el negligente fue él.
– La UE revisará los protocolos de actuación frente al ébola, así que cabe preguntarse si estábamos haciendo las cosas bien o no. Igual no fue Teresa Romero la que mintió a su médico, igual fue España la que mintió a sus ciudadanos al decir que no había riesgo sanitario por traer a los curas y que estábamos totalmente preparados para atenderlos.
Por último, voy a destacar lo que me parece más bochornoso de todo esto, y es el doble rasero con el que le gusta actuar a nuestro Gobierno y la indecencia con que nos tratan las autoridades. Trajimos a los misioneros aduciendo humanidad, ¡cómo íbamos a dejar tirados a dos infectos de una enfermedad sin cura en otro continente! ¿Qué pasa, que nadie recuerda ahora que Teresa Romero atendió a esos pacientes de forma voluntaria? Estamos criminalizando a una mujer que decidió correr el riesgo de contagiarse de ébola por ocuparse de un enfermo. ¡Eso sí es humanidad!
Y para colmo, viene el Consejero de Sanidad a reiterar que ella mentía, a señalar con el dedo, a decir que para quitarse un traje «no hace falta hacer máster«. Es cierto. Y para ser Consejero de Sanidad no hace falta tener ni una pizca de vergüenza y decencia. Ni de profesionalidad tampoco, porque el señor Consejero gasta mucho tiempo en criticar a Teresa en lugar de hacer su trabajo, que es abastecer a los centros sanitarios de la indumentaria adecuada. Por cierto, las zonas comunes de la residencia de Teresa siguen sin limpiar, y la parte del hospital de Alcorcón donde estuvo ingresada también. ¿Quién se está encargando de propagar el virus?