La injusticia de Garzón

Muchas veces se ha oído la frase «la realidad supera la ficción». Y es cierto. A veces lo inimaginable no sólo es verdad, sino que llena las portadas de los periódicos y lo asimilamos como natural, como nada extraordinario.

Así es el caso del juez Baltasar Garzón, diana de la animadversión de la derecha y de la simpatía de la izquierda, que ahora más que un juez, parece un debate político en torno al que giran las dos Españas. ¿Cómo es posible que Garzón haya pasado de ser el mejor juez español a ser objeto de una caza de brujas tan severa y vengonzante? La respuesta es fácil: no es lo mismo atacar al PP que atacar al PSOE.

Aplaudido por ser el único juez con el valor de imputar a un dictador vivo, Garzón llegó a ser un pseudo héroe nacional cuando le echó un par y dijo que Pinochet debería ser encarcelado. Ese reconocimiento internacional es, quizás, el que pueda salvarlo ahora. Lo que da un poco de pena es que ni siquiera en su país de origen se le reconozcan los méritos, pues mientras que que en el exterior lo elogian por querer condenar a un dictador que llevó a cabo crímenes de lesa humanidad, en España es como si esa acción no tuviera mérito -lo cual es comprensible, hoy mismo estamos conmocionados por la muerte del «gran demócrata Fraga», obviando todas las ejecuciones que firmó por crímenes políticos a la izquierda-.

Lo que veo peligroso de todo el asunto de Garzón no es que lo quieran imputar en sí, sino que haya destapado una de las mayores redes de corrupción habidas y por haber en nuestro país, y que lo que importe sea si elmodus operandi de averiguación sea o no el más ortodoxo. Pero bueno, quién se va a extrañar de tal cosa, cuando hemos permitido que imputados por esa trama y por otras muchas sigan presentándose a las elecciones… ¡y las ganen! ¡No sólo nos da igual que se presenten políticos corruptos, sino que además les votamos!

En mi humilde opinión, lo que necesitamos en España son más jueces como Garzón, que le echen un poco de valor para encarcelar a los que consiguen el poder gracias a la extorsión y las corruptelas. No es porque sea Garzón, es porque deberían ser todos los jueces así, porque sinceramente, ni cuando atacó a los GAL era tan bueno (pues contra la ilegalidad deberían luchar todos los jueces), ni cuando ataca a Gürtel es tan malo (el que roba es un ladrón, se mire por donde se mire). La gran diferencia es que si los GAL afectaron a Felipe González, a nadie le importó que Garzón se enterase a través de santo y seña, pero eso sí, que no pinche teléfonos para pillar a políticos corruptos afiliados al PP porque entonces el delincuente es él. En fin, feliz lunes

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