¿Por qué los diputados deberían estar en el paro? En imágenes

Según el Artículo 54 del Real Decreto Legislativo 1/1995, del 24 de marzo, que no fue corregido por el Partido Popular en la Reforma Laboral de 2013 (y, por tanto, sigue vigente):

1. El contrato de trabajo podrá extinguirse por decisión del empresario, mediante despido basado en un incumplimiento grave y culpable del trabajador.
2. Se considerarán incumplimientos contractuales:
a) Las faltas repetidas e injustificadas de asistencia o puntualidad al trabajo.

Voy a dejar unas cuantas imágenes, recordando que un diputado cobra una media de 60.000 euros anuales (alrededor de 4.200 euros/mes en 14 pagas):

  Congreso 24-02-2015Congreso de los Diputados durante el Debate sobre el estado de la Nación 24/02/2015.

Congreso 25-02-2015Congreso de los Diputados durante la segunda sesión del Debate sobre el estado de la Nación 25/02/2015. Solo uno de cada siete diputados habían asistido al inicio de la jornada.

Congreso 15-10-2014Congreso de los Diputados en el Pleno de 15/10/2014.

Congreso 12-04-2012Congreso de los Diputados en la jornada de 12/04/2012.

Congreso 31-10-2013Estampida en el Congreso de los Diputados tras la última votación del día 31/10/2013. Comenzaba el puente de Todos los Santos y sus Señorías no esperaron a que Posada diera por finalizada la sesión.

Cabe destacar que el contexto laboral de los diputados no está regido por la legislación laboral, ya que poseen un Estatuto propio, recogido en el Reglamento del Congreso, en el que se explicitan las causas por las que pueden perder su condición parlamentaria. Lejos de que la ausencia injustificada o las faltas de puntualidad puedan suponer motivo de cese, como ocurre con cualquier otro trabajador, las únicas razones para abandonar el cargo son: encontrarse en presión preventiva o haber sido condenado en determinados tipos de sentencia, por decisión judicial, por fallecimiento o incapacitación, por extinción del mandato o por voluntad propia.

No deja de ser irónico que justamente los diputados, encargados de regular las relaciones laborales y de convenir cómo ha de ser el comportamiento de los trabajadores, tengan la capacidad de hacer caso omiso a las premisas que ellos mismos imponen para el resto. ¡Qué democracia tan endeble tenemos si ni siquiera los representantes públicos son capaces de predicar con el ejemplo!

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